Crean una alarma que emite un zumbido imperceptible para los adultos, pero que es intolerable para la mayoría de los menores de 25 años.
El aparato saca provecho del deterioro progresivo de la audición por parte de los seres humanos –conocido como presbiacusia–, según el cual, a medida que pasan los años se pierde la capacidad para percibir las frecuencias más altas del espectro.