Vera Rubin, la pionera de la materia oscura
Siendo niña, Vera Rubin (1928-2016) construyó su primer telescopio con un tubo de cartón que le dieron en un comercio de linóleos y con unas pequeñas lentes que compró en una tienda de material científico.
Años después, fue la primera mujer a la que se permitió operar el Observatorio Palomar en California, desde donde hizo un descubrimiento del que aún hoy se están intentado descifrar sus misterios: la materia oscura.
Hoy, lleva su nombre el observatorio con la lente más potente jamás fabricada para un telescopio que se construye en el norte de Chile.
Aunque su familia siempre fomentó su talento y pasión por la ciencia, cuando Rubin contó a su profesor de física del instituto, donde era prácticamente la única chica, que planeaba ir a la universidad, este le recomendó que evitara las carreras científicas.
Por suerte, ella no le hizo caso y se graduó en el Vassar College en 1948.
Finalizó su doctorado seis años más tarde, a la vez que cuidaba de sus hijos pequeños y teniendo que acudir muchas veces a clases nocturnas, mientras que sus padres cuidaban de los niños y su marido, también científico, la esperaba en el coche.
Durante casi toda su carrera Vera Rubin tuvo que enfrentarse a los prejuicios machistas de los que consideraban que la vida de una madre de cuatro hijos era incompatible con la ciencia, pero ella siempre se mostró combativa.
Un ejemplo es cuando pudo por fin tener acceso al Observatorio de Palomar, donde no había baño de señoras. Ella decidió no echarse atrás y le pegó una falda de papel a la puerta del baño de hombres para crear el suyo propio. A lo largo de su vida luchó por la inclusión de las mujeres en los comités y conferencias científicas.
Rubin estaba fascinada con las galaxias espirales y quiso estudiar cómo rotaban. Hasta entonces, se asumía que esta rotación se ralentizaba según la distancia al centro de la galaxia, igual que los planetas orbitan más lentamente cuanto más lejos del Sol están.
En uno de sus primeros estudios, ella cuestionó esta idea, y aunque su posición fue recibida con escepticismo, acabó teniendo razón.
Más tarde, en los años 70, Rubin descubrió algo sorprendente: las galaxias que observaba giraban tan rápido, que lo lógico sería que se separaran si solo fuera la gravedad de sus estrellas la que las mantenía unidas. Sin embargo, se mantenían unidas, por lo que tenía haber algo más grande pero completamente invisible que ejerciera esa fuerza: la materia oscura.
50 años más tarde, sabemos que en torno al 84% del universo está compuesto de materia oscura, aunque aún no comprendemos lo que es.