Principio de Pareto: ¿en qué se basa la regla del 80/20?

Vilfredo Federico Pareto fue un ingeniero, sociólogo, economista y filósofo italo-francés que nació en París el 15 de octubre de 1848. En el año 1893 fue nombrado profesor de economía de la Universidad de Lausana, Suiza, donde permaneció el resto de su vida. Y fue en el año 1906 que descubrió un fenómeno que daría pie a un término muy importante en la sociología moderna.

Ese año, Pareto empezó una investigación acerca de la distribución de la riqueza en Italia. Se dio cuenta de que una quinta parte de la población italiana (un 20%) ostentaba cerca de un 80% de la riqueza del país. De esta observación, Pareto extrajo la conclusión de que las entidades financieras debían enfocarse en este 20% para aumentar sus beneficios. Y, por ende, con solamente la quinta parte del tiempo podían atender al 80% de la población.

En este contexto, el economista creó el índice de Pareto (una medida de desigualdad en la distribución de los ingresos) y el concepto de la eficiencia de Pareto, todo muy enfocado al mundo de la economía. Fue Joseph Moses Juran, consultor de gestión e ingeniero estadounidense, quien generalizara este término, haciendo que la regla de Pareto pasara a ser aplicable a cualquier ámbito de la sociedad.

Así nació el principio de Pareto, regla del 80/20 o ley de los pocos vitales, un fenómeno estadístico que describe cómo el 20% de las causas de un fenómeno son responsables del 80% de las consecuencias del mismo.

A grandes rasgos, el principio de Pareto, regla del 80/20 o ley de los pocos vitales es un fenómeno estadístico que describe cómo, generalmente, el 80% de las consecuencias de una circunstancia proceden del 20% de sus causas. En otras palabras, el 20% de unas causas determinan el 80% de las consecuencias de un fenómeno, situación o sistema.

La regla del 80/20 establece que el 20% de lo que entra o se invierte es responsable del 80% de los resultados que se obtienen. En este sentido, el principio de Pareto es una observación de cómo la mayoría de las cosas que suceden a nuestro alrededor no presentan una distribución uniforme entre causas y consecuencias.

Pero, si es una observación, ¿por qué se conoce también como “ley” de los pocos vitales? Bueno, técnicamente, no es una ley, sino una observación de un fenómeno estadístico. Sea como sea, recibe también este nombre porque nos ayuda a separar las cosas vitales (que son pocas, el 20%) de las triviales (que son muchas, el 80%).

Aplicando este principio de Pareto lo que buscamos es alcanzar un gran rendimiento con el menor esfuerzo posible, algo que, como veremos, puede extrapolarse a muchas situaciones distintas. Nos permite evitar una inversión demasiado grande de tiempo en tareas que, en realidad, tienen (o deberían tener) una escasa prioridad.

En resumen, el principio de Pareto describe que solo el 20% de la población contribuye al 80% del rendimiento de una situación, que con un 20% de esfuerzo global puede alcanzarse el 80% del rendimiento y que con un 80% de trabajo, el 20% restante necesita el mayor esfuerzo, pero ya tendremos el 80%. Complejo, pero ahora con sus aplicaciones lo entenderemos mucho mejor.

Veamos algunos ejemplos de la regla del 80/20 o principio de Pareto: el 80% de las ventas de una empresa proceden del 20% de sus clientes. El 80% de los gastos proceden del 20% de los proveedores. El 80% del valor de un almacén procede del 20% de los productos. El 20% de los vendedores producen el 80% de las ventas. El 20% de las webs son responsables del 80% del tráfico en Internet. El 80% de las visitas a una web proceden del 20% de las palabras clave. El 20% de las cosas de tu vida generan el 80% de tu felicidad. El 80% del tráfico en una ciudad se concentra en el 20% de sus calles. El 80% de las llamadas que recibes vienen del 20% de tus contactos. El 20% de los errores de software provocan el 80% de los fallos informáticos. Y así sucesivamente…

No olvides nunca que el 80% de lo que puedes conseguir está en el 20% de lo que puedes hacer. Si te centras en hacer ese 20%, el 80% de los resultados llegarán. Lo otro quizás cueste más. Pero llegará. Al final, la vida se basa en maximizar nuestros recursos. Y el principio de Pareto es la mejor prueba de ello.