Surface, Deep y Dark Web: ¿quién es quién? ¿qué es TOR?

A mediados de los años 90. Internet, con su World Wide Web, estaba creciendo a un ritmo exponencial, obligando a las naciones a adaptarse a esta tecnología de la comunicación, pero también a enfrentar los problemas que la prácticamente nula privacidad estaba exponiendo. Por ello, Estados Unidos quiso desarrollar un sistema que protegiera sus comunicaciones.

Así, en un proyecto del Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos, el matemático estadounidense Paul Syverson y los científicos de la computación Michael Reed y David Goldshlag empiezan a trabajar en algo llamado Onion Routing, un sistema de comunicación a través de Internet donde se protegen los datos enviados cubriéndolos de varias capas de encriptación (como una cebolla, de ahí el nombre) donde el mensaje original se encuentra en la región más interna.

Cada punto intermedio solo sabe de dónde viene y hacia dónde va el mensaje, pero no sabe nada de su contenido. En lugar de hablar directamente con la página web que se quiere visitar, primero se habla con un intermediario, que va a hablar con otro intermediario, que va a hablar con otro intermediario… Y así sucesivamente.

Los científicos estadounidenses vieron que su sistema funcionaba. La absoluta privacidad en Internet era posible. Y fue así como, en el año 2002 nació TOR, siglas de The Onion Routing, un software que permite esta comunicación anónima a través de Internet en el que, en lugar de usar el Internet no encriptado, el tráfico pasaba a través de una red superpuesta. Estados Unidos había desarrollado una forma de conseguir privacidad absoluta para sus comunicaciones.

Pero rápidamente se dieron cuenta de algo. ¿De qué servía el anonimato si solo ellos podían ser anónimos? Para ocultarse en Internet, debían haber millones de personas usando su software. Y fue así como, en una acción que cambiaría para siempre la historia de Internet, el departamento de defensa de los Estados Unidos lanzó TOR al público. Bajo la promesa de total privacidad en la red, cualquier persona del mundo tuvo acceso a este software. Estados Unidos acababa de liberar a la bestia.

TOR había sido ideado como un sistema para comunicarse de forma anónima y brindando una privacidad que los softwares normales de navegación web no podían ofrecer. Pero fue solo cuestión de tiempo que las personas se dieran cuenta de las posibilidades oscuras que ofrecía. TOR abría la puerta a un nuevo mundo dentro de Internet.

Pero para entenderlo mejor, debemos hablar de cómo se divide Internet. La parte de Internet que usamos a diario es la surface web, que representa el 4% de todo el contenido que existe en la red. Wikipedia, amazon, periódicos digitales, Facebook… Todo aquel contenido no encriptado y que está indexado en los motores de búsqueda, es surface web. En otras palabras, si puedes encontrarlo en Google, es surface web.

Bajo esta red superficial y con un grado más de protección y privacidad se encuentra la Deep web. La red profunda, que representa el 96% de todo el contenido que existe en Internet, simplemente se refiere a todo aquello que no está indexado en los motores de búsqueda. Todas aquellas páginas protegidas por contraseña es la red profunda, pues no todo el mundo tiene acceso.

Las cuentas bancarias de particulares o de corporaciones, historiales médicos, bases de datos de empresas, contenidos de pago como Netflix, cuentas de redes sociales bajo contraseña… Todo esto es, técnicamente, Deep Web. Es como la surface web pero con un poco más de secretismo. Ahora bien, en la parte más profunda de esta deep web se esconde un pequeño pozo donde se encuentran las webs encriptadas para esconder su existencia, sin direcciones IP para ser prácticamente irreconocibles y cuyo acceso solo es posible a través de softwares que enmascaran la identidad del usuario.

Esta parte de Internet es lo que se conoce como Dark Web y que puede entenderse como el conjunto de redes oscuras o darknets. Existen muchas darknets distintas, cada una accediendo a través de un software determinado. Pero, como es evidente por lo que hemos comentado, la más grande es, con diferencia, TOR. Y es ahora cuando entenderemos por qué su liberación al público supuso la gran maldición de la era digital.

Millones de personas empezaron a utilizar TOR para navegar por la surface web sin miedo a los sistemas de vigilancia. Y se estima que, actualmente, de los dos millones de usuarios diarios de TOR, el 97% utilizan este software solo para esto. Pero… ¿qué pasa con ese 3%? Bueno. Ese porcentaje está usando TOR para acceder a la Dark Web.

¿Qué es la Dark Web?

La Dark Web es el conjunto de Dark Nets que se encuentran dentro de la Deep Web, siendo así el conjunto de webs encriptadas para esconder su existencia y sin direcciones IP para ser prácticamente irreconocibles. Existen muchas dark nets distintas, pero la más utilizada es, sin lugar a dudas, TOR. Así que para entenderlo, podemos considerar la Dark Web o Internet oscuro como aquella porción de la red accesible solo a través del software TOR.

Como decimos, una vez descargas TOR, que no es, por si alguien lo había pensado, en absoluto ilegal, puedes usarlo como si se tratara de un navegador común. TOR no es la Dark Web. Lo que hace que la Dark Web exista dentro de TOR es la existencia de los conocidos como hidden services, o servicios secretos.

Unas páginas web a las que solo se puede acceder a través de TOR donde no hay dominios normales. Los links son caracteres random con la particularidad de terminar en .onion. Todas estás páginas conforman la Dark Net de TOR, las cuales, junto a las otras redes oscuras de softwares de encriptación similares, constituyen la Dark Web.

Las estimaciones indican que hay unas 30.000 webs terminadas en .onion, unas páginas que no son rastreables y dentro de las cuales los usuarios se esconden en el más absoluto anonimato. Y de estas, hay entre 1.000 y 5.000 que, ahora sí, esconden el lado más oscuro de Internet. Páginas que dan acceso a contenido absolutamente ilegal. En esta región de Internet, donde los usuarios se esconden en el anonimato, todo vale. TOR te oculta por completo. Ninguna agencia puede saber de dónde viene o hacia dónde va la información. No hay límites.

En la Dark Web hay una terrorífica libertad para cometer crímenes. No hay nada que impida que cualquier persona con el suficiente dinero y el suficiente tiempo, haga lo que quiera. El negocio más grande y que mueve mayores cantidades de dinero es el de la droga, accediendo a mercados online como Silk Road o AlphaBay que han movido miles de millones de dólares. Pero, por desgracia, la droga no es lo único que se esconde en la Dark Web.

La segunda industria más grande es la de los asesinos a sueldo, con páginas que, en un simple clic y una transacción, te permiten contratar, con una tarifa que varía dependiendo de quién sea el blanco pero que puede ser de apenas 5.000 dólares, a una persona que va a asesinar a quien te plazca. Del mismo modo, puedes comprar diplomas, pasaportes, armas, documentos de identidad, tarjetas de crédito robadas, historiales médicos por 50 dólares, órganos, información confidencial e incluso seres humanos para su explotación… Todo el comercio ilegal se está moviendo a la Dark Web.

Y es aquí cuando entra un personaje en escena: las criptomonedas. Todas las transacciones realizadas en la Dark Web se realizan mediante criptomonedas, especialmente Bitcoin, pues con estas divisas, a diferencia de las convencionales, su tecnología Blockchain hace que sea imposible rastrear dichas transacciones. No hay forma de conocer los movimientos de activos para llegar a la persona. Cualquiera puede enviar millones de dólares en Bitcoin a otra parte del mundo sin que nadie se dé cuenta.

Navegas de forma anónima y comercializas sin dejar huella. De la combinación entre TOR y las criptomonedas nace la tormenta perfecta para el cibercrimen. En 2011, Silk Road fue el primer mercado en usar criptomonedas como única forma de pago aceptada, siendo así el detonante para que cientos de páginas similares copiaran el modelo. En ese momento, un Bitcoin tenía un valor de menos de un dólar. A día de hoy, su valor es de más de 40.000 dólares. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Pero hay incluso más oscuridad dentro de la Dark Web. Hay páginas de pornografía infantil cuyos nombres, evidentemente, no vamos a decir, que tienen más de 200.000 usuarios. Al mismo tiempo, existen foros donde pederastas hablan de cómo violan, matan y secuestran niños, dándose consejos entre ellos; foros de neonazis; páginas con vídeos de torturas a personas y animales; contenido de canibalismo; archivos descargables con diseños que permiten imprimir armas en casa si se tiene una impresora 3D; páginas de contenido satánico; páginas de reclutamiento de terroristas donde estas organizaciones planifican atentados…

Incluso existen las conocidas como Red Rooms, unas páginas de livestream donde se emite en directo la imagen de una persona siendo torturada o asesinada para el entretenimiento de los espectadores, los cuales pueden, si envían dinero, dar instrucciones de lo que quieren que se les haga a la víctima. Es el pozo más oscuro de Internet. Una selva donde personas enfermas se esconden bajo la capa del anonimato para cometer atrocidades y saciar sus más perversos deseos.

La lucha entre la luz y la oscuridad: ¿cuál es el futuro de la Dark Web?

TOR fue un proyecto del departamento de defensa de los Estados Unidos, así que ante ese escenario cualquier persona se pregunta que por qué no terminan con este proyecto. Todos los países del mundo están luchando a ciegas contra un cibercrimen que está apoderándose de Internet en lugar de atacar al origen del problema y cerrar TOR. Pero no es tan sencillo.

Estados Unidos jamás cerrará TOR. Ellos lo crearon y necesitan la absoluta privacidad que este ofrece para sus actividades anónimas. Y para ello, necesitan que haya cientos de miles de usuarios usando el software. Todas las atrocidades que se cometan en la Dark Web representan, simplemente, un coste que están dispuestos a pagar.

Además, solo cuando la libertad se ha convertido en algo que ni siquiera valoramos el anonimato se convierte en un arma. En lugares donde no eres libre de ser quien eres, que exista algo como TOR, que te brinde anonimato, es algo que puede cambiar tu vida. En occidente, vemos la Dark Web como un lugar oscuro. Pero en países menos afortunados, es precisamente el único lugar seguro en el infierno en el que viven.

La privacidad que ofrece la Dark Web permite que personas que viven en regímenes opresores puedan ser ellas mismas y hablar libremente, que las organizaciones que promueven revueltas sociales puedan intercambiar información de forma segura, que los activistas del movimiento LGTB en países africanos y de Oriente Medio puedan dar a conocer al mundo la situación horrible en la que viven y, en definitiva, que encuentren, en este anonimato absoluto en las profundidades de Internet, una razón para seguir viviendo.

Nada es blanco o negro y la batalla por la privacidad la perdimos hace mucho tiempo. Tenemos que redefinir el concepto de la misma. Porque la Dark Web no es maligna, quien tiene maldad son las personas. Y sin demanda, no habrá oferta. No debemos silenciar la verdad de lo que está ocurriendo en las profundidades de Internet, pero tampoco jugar con el sensacionalismo.

Internet se ha convertido en una maldición. Y hay quien dice que toda posible civilización del Universo se autodestruye como consecuencia de su propio progreso tecnológico. Veremos si estamos a las puertas del inicio de nuestro fin. Por ahora, solo hay una cosa clara. Que la Dark Web, como todo en la vida, es una escala de grises; y que, al fin y al cabo, por muy avanzados que seamos y por mucho que haya cambiado el mundo, todo se reduce a la misma historia de siempre: la lucha entre la luz y la oscuridad.