Molesto zumbido para espantar jóvenes

Crean una alarma que emite un zumbido imperceptible para los adultos, pero que es intolerable para la mayoría de los menores de 25 años.

El aparato saca provecho del deterioro progresivo de la audición por parte de los seres humanos –conocido como presbiacusia–, según el cual, a medida que pasan los años se pierde la capacidad para percibir las frecuencias más altas del espectro.

La mayoría de las personas comienzan a sufrir presbiacusia a los 18 años y la incidencia suele ser mayor entre los hombres que entre las mujeres. Hacia los 30 años, prácticamente nadie puede oír frecuencias superiores a los 13 o 14 kilohertzios (kHz).

 

El «mosquito» emite un sonido constante de aproximadamente 17,4 kHz. Fue inventado por Howard Stapleton, un joven galés que durante años trató de comprender por qué sufría dolores de cabeza cada vez que visitaba el taller de su padre, un fabricante de caños que utiliza soldadoras que emiten alta frecuencia. En 2005, con los 32 años cumplidos, Howard patentó su creación para uso en la prevención delictiva.

El éxito fue inmediato. Decenas de negocios ubicados en los barrios más deprimidos de su ciudad natal, Newport, instalaron el aparato y reportaron efectos instantáneos en la eliminación de los «indeseables» que, instalados día y noche frente a sus locales -muchas veces bebiendo alcohol y tomando drogas- solían intimidar a su clientela. El sistema fue pronto adoptado también por la policía local y, en cuestión de meses, contó con la bendición de las autoridades nacionales.

Los poderes del «mosquito», sin embargo, están empezando a ser limitados. Peor aún, el invento no sólo parece haber generado polémica, sino también una nueva camada de problemas.

Las primeras quejas surgieron a nivel ético. El Comisionado para la Infancia de Inglaterra, el profesor sir Albert Aynsley-Green; su par escocesa, Kathleen Marshall, y la directora de la organización defensora de los derechos humanos Liberty, Shami Chakrabarti, reclamaron su prohibición por considerarlo discriminatorio y violador del derecho a la asociación en público.

«Este aparato tiene en la mira a todos los niños, jóvenes y hasta bebes, sin distinguir su comportamiento. El zumbido afecta tanto a los buenos como a los malos. No hace más que demonizar a los jóvenes, al crear una poderosa y totalmente innecesaria línea divisoria entre las generaciones», argumentó Aynsley-Green.

«Es un gran símbolo de la gran enfermedad que tenemos en el corazón de nuestra sociedad: el deseo de hallar una fórmula mágica para lo que en realidad requiere respuestas profundas y serias a nivel comunitario», estimó la directora de Liberty.

[Por Graciela Iglesias Para LA NACION]